Un día más comenzamos bien pronto con el inicio de la eucaristía y sus paisajes destacables. Tras desayunar y coger fuerza, nos disponemos a impartir las clases correspondientes del día, llenas de esfuerzo y motivación. Poco a poco, a medida que van pasando los días, creamos una conexión entre dos lenguas muy diferentes y, a pesar de la dificultades para entendernos, nos complementamos unos de otros.
Tras una exhaustiva mañana y una comida con un toque español, continuamos la tarde enriqueciéndonos de historias de aquellas familias con enfermos que nos demuestran una vez más la importancia de la familia, el esfuerzo, la risa y el amor de Dios, regalándonos testimonios y acogiéndonos en sus casas de la mejor manera que se nos ocurre pensar.
Después de una tarde sin electricidad, conseguimos ver la luz, cerrando la noche con una tortillas y agradeciendo todo lo que nos regala Yaoundé cada día.