Tras la jornada habitual, nos pusimos en camino hacia el poblado de Mbe junto a las hermanas, todos los voluntarios de Carmen Sallés y el padre Jacinto por última vez. Una tarde llena de actividad, emociones y agradecimiento.
Después de la oración y cantos iniciales con ellos, nos divimos en grupos para llevar a cabo las diferentes actividades que habíamos preparado. Por un lado, jóvenes mamás estuvieron repasando matemáticas y alumnos de ESBA que aprenden francés viendo la televisión aprovecharon al máximo la oportunidad de tener a una voluntaria repasando el idioma con ellos; por otro, los más pequeños disfrutaron de los diferentes juegos que les preparamos. Y por último, otro grupo de mamás y abuelos pudieron recibir prendas para sus bebés.
Al final acabamos todos los habitantes del pueblo y los voluntarios formando una gran pista de baile enfrente de la iglesia, donde intentamos seguir los pasos y el ritmo guineanos, y después nos acompañaron con las palmas mientras bailábamos sevillanas para terminar todos juntos bailando la macarena.
Como colofón final, el párroco y el presidente del pueblo nos dirijeron unas entrañables palabras, agradeciendo profundamente la ayuda y el tiempo compartido.
Sin duda, las tardes vividas en Mbe han sido una de las experiencias más enriquecedoras de este mes, cuando personas aparentemente tan diferentes se sienten comunidad, abrazando el verdadero significado de nuestra iglesia. ¡Akíba Mbe Bosque! Nos llevamos un trocito de ti en nuestro corazón.