Como podéis comprobar, nuestro francés mejora por momentos y qué mejor forma de seguir practicando que con nuestra misa matutina a las 6:15. Sin embargo, hoy ha sido algo más difícil encontrarnos con el Señor pues la lluvia no ha cesado en toda la noche y hemos tenido que sacar nuestros paraguas y chubasqueros a relucir, ha merecido la pena mojarnos.
Tras un merecido desayuno, con cantos alrededor de la mesa incluidos, comenzamos nuestra aventura del día con nuestros chóferes Jean Jaques y Shaq que nos han llevado por el centro de Yaundé en una mañana un tanto concurrida donde cientos de motos, taxis y alguna que otra cabra luchaban por atravesar las calles asfaltadas y no tan asfaltadas de la capital camerunesa. Nuestra primera parada ha sido la Procura, sede de las misiones de la Archidiócesis de Yaundé; a escasos metros, hemos entrado a la librería de Saint Paul para conseguir algunos cuentos para nuestros peques y algo de material escolar para la semana.
Una vez completados los recados, el mercado de Mokolo, el más grande de Centroáfrica nos esperaba. Cientos de puestos ambulantes, telas, gallinas, música y, sobre todo, muchísima gente. Allí hemos aprovechado para comprar Coer de Beauf (una fruta típica de esta zona) para iniciar un proyecto de plantación en la escuela, también hemos conseguido aceite de oliva y agua de cebada en un supermercado de la zona.
Con la cesta de la compra llena, nos dirigíamos hacia nuestra última parada, el Hospital de las Hermanas Dominicas en Yaundé. Aquí hemos visitado a una vieja amiga, Teresa, una niña de 9 años del Colegio Concepcionista de Guinea que ha venido a operarse las piernas arqueadas con las que nació. Rezamos juntos por su pronta recuperación, así como la de Fayole, la niña que comparte habitación con ella y sufre de paludismo. Sin duda, visitar el hospital ha sido una experiencia impresionante a la vez que reveladora y tocar la piel del enfermo nos ha hecho compartir su cruz.
De vuelta a casa, hemos esquivado más motos, carretillas y taxis; y por fin llegamos para disfrutar de un cocido magnífico que la Soeur Gertrude nous a préparé. Ya por la tarde, nos hemos puesto el uniforme de pintores para continuar con nuestra pequeña Capilla Sixtina en el patio de primaria. Hay que reconocer que la lluvia ha causado estragos, pero nada que una buena cuadrilla y muchas ganas no puedan solucionar. Rezamos también para que esta noche no llueva y la pintura pueda secarse. Mientras realizábamos nuestra obra maestra, hemos recibido la visita de algunos miembros del Movimiento Laico Concepcionista que se reunen con Soeur Felicité y que han sido los encargados de la plantación del coer de beauf.
A las 19:00, hemos rezado vísperas, cada vez nos manejamos mejor con las oraciones, el Ave María de memoria, el Magnificat nos cuesta un poco más pero con el ensayo que hemos tenido después de cenar, estamos seguros que mañana daremos la talla en la misa de Domingo. Hasta mañana!!!
