Un día nuevo amanece… y estará lleno de sorpresas. La primera, que Julio no viene hoy a misa, con lo cual nos toca encargarnos de los cantos. No hay problema, porque tenemos a Yajaira y a Ana Rosa en plan «Ella baila sola»… o «Pimpinela», según el momento.
Cuando volvemos de misa, siempre tenemos acompañantes que vienen a tomarse un café o un vaso de agua. La verdad que eso suele ser goteo durante el día, como ya hemos compartido alguna vez. Quien tenga una necesidad, sabe dónde acercarse. Unos de los visitantes han sido alumnos nuestros que han venido a por agua y a despedirse, porque una de ellas ya se va a ir al conuco* y ya no va a seguir en el campamento. Hemos aprovechado para pedirles que nos ayudaran a colocar el chinchorro (tradúzcase por hamaca) en la churuata (tradúzcase por chiringuito), porque queríamos hacer experiencia de siesta indígena.
Mientras unos atendían a las visitas, Ana Rosa se ha dedicado a preparar las tradicionales «croquetas presidenta», esta vez de pescado rayado del Orinoco. ¡Vete y busca la tapa en un bar!
Antes de comer, hemos tenido un tiempo de oración con el Santísimo, uniéndonos a la propuesta de la Conferencia Episcopal Venezolana, que ha hecho un llamamiento para orar, de manera especial en este día, por la paz y la convivencia en Venezuela.
Durante la comida, hemos hecho planes para hacer una visita en la tarde a Las Bateas, otra comunidad indígena, pero, como amenazaba lluvia, nos hemos quedado en casa. Al final, no ha llovido, pero nos ha venido muy bien la tarde para organizar el resto de la semana. Quien no se conforma es porque no quiere.
Además, nos habían invitado a dos cumpleaños: el de la Señora Mirta, feligresa de misa diaria que cumple 80 años, y Pedro Pablo, un niño de 8 años. Los dos viven cerquita de nuestra casa, así que nos hemos pasado por el de la Señora Mirta, la hemos felicitado y nos hemos ido al cumple infantil. Allí hemos sido la sensación de la fiesta, sintiéndolo mucho por el homenajeado. Entre las peticiones de fotos con Sara y con Mateo -si empezásemos a cobrarlas, nos sacábamos para una beca de la ONG…- y los super bailes de Alberto, los misioneros han dejado el listón alto de fiesteros. Ha sido un cumple completo, con su arroz, su cachapa y su pedacito de puerco, su canción de cumpleaños (qué difícil es la canción de cumpleaños tradicional de Venezuela, caray!), su tarta, sus velas y sus cuatro postres.
Socorro nos esperaba en casa con una tortilla de patata, por si nos habíamos quedado con hambre. De lo que parece que había hambre es de conocimiento, porque finalizamos el día con una interesante conversación acerca de si las gallinas pueden poner huevos sin que haya gallos alrededor, si todos los huevos dan pollos y si Sara tendrá una gallina de regalo de cumpleaños.
*Los conucos son las parcelas de tierra de cultivo de los indígenas. Suelen estar un tanto alejadas del lugar en el que viven, por lo que, cuando van al conuco, se quedan allí unos días. Van antes de la estación de lluvias para preparar el terreno, después de las primeras lluvias para sembrar y cuando termina la estación para recoger la cosecha.