Nos levantamos y lo primero que hacemos es acercarnos al oratorio. Siguiendo la «Laudato Sí», hoy hablamos sobre la biodiversidad. Leemos una pequeña historia, de la que sacamos que no hay que dedicar nuestra vida a ser como los demás quieren que seas, sino que hay que ser uno mismo, conocerse y que para lograr esto, hay que escuchar nuestra voz interior.

Hoy es un día especial para nosotros por ser el día de la fundadora de las Religiosas Concepcionistas, Santa Carmen Sallés, que gracias a ella estamos aquí, y por ser el santo de un miembro de nuestra pequeña familia de Consuelo, Madre Carmen. Damos gracias por la obra de Santa Carmen Sallés y ofrecemos el día por todas las Cármenes.

Cuando llegamos a la escuela, los alumnos nos reciben con abrazos. Tras escuchar el himno, entramos en clase, donde oramos y desayunamos, y empiezan las clases. Después de las clases tenemos los talleres, deportes, baile e higiene y salud. Hoy le tocaba descansar al grupo de manualidades.
Para la comida, nos espera el tio Julito con una sorpresa. Nos ha traído un banquete para festejar el día del Carmen: Guiso de berenjenas, Arroz con habichuelas, carne al vino tinto, ensalada de pasta, tomates, pepinos, patata, zanahoria, tayota, jugo de limón… Una comida de lo más animada y estaba todo tan delicioso que ya no queda hueco para el postre.

Después de comer nos dirigimos al Batey, el tío Julito se anima a subirse en la parte trasera de la pick-up, donde solemos ir las más jóvenes del grupo, y se vuelve en un viaje lleno de risas y cantos a pleno pulmón.
Tras la clase del batey, un grupo va a misa y otro se queda jugando con los niños en la calle: al volley, tres en raya, al corro de la patata…
A la hora de la cena, nos espera la última sorpresa: croquetas hechas por Madre Carmen y aguacates para cenar. Ha sido una «fantasía», como le gusta decir a Ana. Llevábamos desde el primer día queriendo probar los aguacates, pero como todavía no estaban maduros estábamos muertos de ganas por probarlos. Además, en la comida habíamos hablado sobre las comidas favoritas de cada uno, y Ana había comentado que la suya eran las croquetas y muchos hemos coincidido con ella, así que la cena nos ha hecho mucha ilusión. Una cena deliciosa que remata en unas rosquillas de madre Carmen y unas natillas riquísimas también. Ha sido una fiesta celebrada por todo lo alto.