Hoy es un día muy especial en República Dominicana, ya que el último domingo de Julio se celebra el día de los padres, por lo que prácticamente es un día festivo, se nota en el ambiente, en la gente y allí por donde vas.
Después de una calurosa noche en Santo Domingo, en la Comunidad de Herrera, nos disponemos a asistir a la eucaristía en la parroquia del barrio, donde nos reunimos nuevamente con nuestros compañeros voluntarios de Haití.
La celebración tiene tintes diferentes, festivos, en contraposición con el posterior momento de la despedida definitiva de nuestros compañeros, que el próximo día regresarán para España y Estados Unidos.
Antes de abandonar Santo Domingo en la guagua pública, Madre Dayana nos lleva a la estación dando un rodeo para que podamos conocer algunas otras cosas de la capital, aprovechando que aún tenemos algo de tiempo. Lo más destacado es mercado dominical, ¡es enorme y venden de todo!
Ya de camino a la estación, disfrutamos de unas espectaculares vistas del malecón y el mar Caribe.
Una nueva despedida, en este caso, de Madre Dayana y Madre Clara, con esperanzas de poder volver a encontrarnos con ellas el próximo fin de semana y que esta no fuera la despedida definitiva.
Dado que en la Comunidad de Consuelo no nos esperan hasta la tarde, decidimos hacer una parada en una playa pública que nos pilla de camino a comer y, por qué no, a darnos por primera vez desde que estamos aquí, un baño en el mar Caribe.
Nuevamente, nos sorprende el ambiente festivo y la cantidad de gente que hay en la playa, sobre todo, familias celebrando la festividad del día. Para no pasar tanto calor, algunos pedíamos en voz alta que si se nublara un poquito… Pero debimos excedernos, y justo al terminar de comer comenzó a llover. Bueno, en realidad, podríamos decir que ha sido un diluvio.
Cuando ha escampado y medio empapados, hemos recogido y puesto rumbo definitivo a nuestro hogar durante este mes, aunque siempre será parte de nosotros durante el resto de nuestra vida.
Esta vez, la guagua venía prácticamente llena, pero el cobrador ha hecho que cupiéramos otras 9 personas más, con sus respectivos equipajes. De esta forma, nos ha tocado ir a la mayoría parados en el pasillo.
Como no podía ser de otra forma, Madre Dolores y Madre Dominga nos esperaban para darnos una calurosa bienvenida y deseosas de que les contáramos nuestra experiencia en la capital.
Para concluir la tarde de una forma lo más productiva posible, hemos ido a la escuela a empezar a preparar el material para los becados del programa Dales una Oportunidad, de la Fundación Siempre Adelante. El día termina con la opción de Cine en Comunidad.
Es toda una alegría ver la cantidad de trabajo que tenemos por delante, debido al gran número de becados que hay en la escuela Antonio Paredes Mena, de Consuelo. Cada mochila, además del material escolar, lleva algo mucho más valioso que todo ello: una oportunidad de futuro, una oportunidad que es respuesta a las peticiones de estos estudiantes y sus familias que, aunque quieren, necesitan de esta beca.
Todos los que colaboráis con la Fundación, de cualquiera de las formas, dais lo mejor de vosotros. Nosotros, voluntarios de este año 2019 en Consuelo, damos todo lo que podemos para hacer que estos estudiantes durante este mes, puedan disfrutar de un verano diferente, a la vez que aprenden o refuerzan conocimiento. Y estos estudiantes, son los que más dan. Lo dan todo.
No hay forma de describir las emociones y sentimientos que emergen en nosotros cada vez que llegas a la escuela y te están esperando, salen corriendo a abrazarte, con sus sempiternas sonrisas y esas miradas puras que te hipnotizan, miradas que no entienden de política, dinero o intereses, solo hay ilusión y esperanza. Dar todo lo bueno que tienen sin esperar nada a cambio.
Mañana, último lunes de clases, un día menos para recibir todo los que estos chicos nos están dando. Vinimos con mochilas y maletas al límite de peso. Insuficientes para guardar todo lo que nos llevamos de aquí, que quedará grabado a fuego en nuestros corazones.