Nuestras mañanas suelen comenzar temprano, para algunos mas que otros. Hay quienes ponen la alarma a las cinco de la mañana para preparar las clases, otros se despiertan con los ladridos de nuestro perro Globi a las seis y los más afortunados ponen la alarma a las seis y media con el tiempo justo para llegar a misa.
Después de una mañana de clases, comimos rápido para volver al poblado como cada martes. Hoy fuimos todos en un único coche, por lo que algunos “disfrutaron” del viaje en el maletero. El trayecto se caracteriza por sus impresionantes vistas y sus numerosos baches y cuestas, lo que es de esperar dado que es un camino que atraviesa la selva.
Una vez allí, comenzamos como de costumbre con canciones y oración, antes de empezar la sesión de juego. Algunos juegan al fútbol y otros bailan temazos como el “Waka Waka” y “La bomba.” Los más mayores reciben apoyo en algunas materias.
Hoy también conocimos a los hermanos del padre Emiliano que desde España ha ayudado mucho a nuestro proyecto. A la vuelta se nos hizo un poco tarde.
Si para la ida al poblado éramos demasiados en el coche, a la vuelta se nos unió también un señor que estaba trabajando en su finca de calabazas y yuca. Nos contó que gracias a nosotros se ahorró una hora y media de paseo, así que ir un poco más apretados estaba más que justificado. Llegamos tarde a casa así que nos duchamos rápido para llegar a las vísperas y tras una cena saludable nos fuimos a dormir reventados.
Donde caben cinco caben diez
23 de julio de 2024
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