Iniciamos el día llenos de ilusión, dando gracias a Dios por regalarnos otro día más aquí. En la eucaristía de la mañana, ya se acercaban algunos de nuestros alumnos más mayores de la escuela de verano, pues iniciaban la Selectividad. Como cada mañana, los voluntarios que van al Instituto recorren unas pocas calles de la ciudad, cruzándose con los niños que se dirigen a la escuela, todos con una ilusión que les desborda. A los voluntarios del colegio les espera un patio repleto de niños jugando y correteando. Todos vivimos un maravilloso inicio de jornada.
Al acabar las clases, regresamos corriendo a la casa, pues, nada más acabar de comer nos dirigíamos a Mbe Bosque, un poblado en el interior de la selva, a 1 hora de Evinayong. Acompañados del párroco, D. Tomás, nos hemos adentrado en la frondosa selva guineana. De camino, nos hemos cruzado con innumerables trabajadores cargados hasta arriba de maderas, a saber a donde irían… Esto nos hace recordar la realidad de la vida que se vive aquí: pobreza, humildad, respeto y fe, mucha fe.
Llegamos al pueblo y nada más bajarnos del coche, empezaron a salir gente de todas las edades hacia nosotros. Niños que buscaban jugar, las madres con sus bebés, agradecer y los catequistas y vecinos del poblado, hablar. Compartimos nuestras oraciones, nos animamos a cantar a la Virgen, y algunos hasta a bailar, esto es una tarea pendiente para muchos, aquí todos bailan y muy bien. En la mirada de cada una de esas personas que hemos podido ver y conocer, hemos podido ver a Cristo vivo y tenemos la suerte de que Dios nos ha regalado esta experiencia para nuestras vidas, es totalmente impresionante lo poco que hace falta para ser feliz.
En el corazón de la selva guineana
11 de julio de 2024
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