El pasado 22 de marzo nos reunimos en la casa provincial de la congregación para dar el primer paso en nuestro compromiso como voluntarios. Aunque conocíamos el propósito de nuestro encuentro, aún no sabíamos con quién compartiríamos esta misión. Así pues, para presentarnos, cada uno llevó un objeto significativo en el que se veía reflejado. Este primer ejercicio nos permitió reconocernos como grupo y sentar las bases de una comunidad unida por el mismo propósito.
La jornada estuvo marcada por la reflexión y la preparación. A través de distintas dinámicas, y guiados por las hermanas de la congregación, exploramos nuestras motivaciones, miedos y expectativas. Todo ello nos recordó que no recorremos solos este camino. Además, nos proporcionaron información esencial sobre la logística del voluntariado, abordando aspectos como billetes, vacunas, visado y seguros. Para cerrar el día, compartimos un espacio de silencio, un tiempo para asimilar lo aprendido y reafirmar nuestro compromiso con la misión.
Por otra parte, el domingo 23 de marzo consolidamos el trabajo del día anterior. Organizamos los distintos proyectos y dimos forma concreta a nuestra labor en los destinos misioneros. La misa de envío fue el cierre simbólico de este proceso de preparación: en ella, recibimos el crucifijo como signo de nuestra entrega. Nos despedimos con la certeza de que esta misión nos transformará tanto como esperamos transformar la realidad de quienes nos esperan.
