Hoy nos enfrentamos al día más duro de nuestro voluntariado, el día de decir adiós a la que ha sido nuestra casa este mes. Por la mañanita estuvimos bailando y jugando con los niños que vinieron a visitarnos, aprovechando hasta el último minuto. Nos hemos podido despedir de mamá Anastasia y su familia, y del resto de profesores. Después de una última comida en la casa, tocó el momento de la despedida. Al colegio se acercaron algunos de nuestros alumnos a darnos un último abrazo, el cual ha sido muy emotivo.
Con lágrimas en los ojos dejamos Evinayong para irnos a Bata. En el trayecto predominaba el silencio. Todos pensábamos en lo vivido y lo agradecidos que estamos por haber vivido esta experiencia.
Solo ha sido un mes, pero nos ha dado tiempo a conectar con nuestros alumnos y vecinos. Confiamos en poder mantener el contacto una vez estemos en España.
Ahora estamos en Bata, una ciudad costera donde notamos el calor y los mosquitos. Echamos de menos Evinayong.
No hemos aprendido Fang, pero todos sabemos decir una palabra que refleja lo que sentimos actualmente, “akiba,” que significa gracias. Poco podemos decir más que eso, y con total firmeza podemos asegurar que nunca olvidaremos el mes de julio de 2024.