Empezando una vez más el día de camino a misa por las calles donde abunda el caos, esfuerzo y el color rojizo muy característico de estas.
Tras el rico desayuno comienza una nueva mañana en el cole, la llegada de los niños nos hace sentir que nuestra presencia va cobrando sentido, reflejada en abrazos emotivos y sonrisas llenas de amor. A pesar de la gran dificultad que supone el idioma, nos damos cuenta que la mirada y la sencillez de cada uno nos hace conectar de una forma más especial.
Al comienzo de la tarde nos acercamos a un orfanato cerca del colegio en compañía de la hermana Gertrudis. Es inexplicable la acogida , fuerza y amor que desprenden los niños, esto nos demuestra una vez más que “El amor de Dios vence siempre”.
Nuestra labor ha sido muy simple, enriquecernos mutuamente a través de los cantos, bailes , oraciones y peinados característicos.
Nuestro día termina con una reflexión sobre lo vivido, destacando la suerte que tenemos de poder estar aquí un día más entregándonos a los demás.
Y como diría Madre Carmen Sallés: “Haz lo que haces, hazlo bien y hazlo por Dios”