Empezamos la ultima semana completa del curso de verano y ya los días se vuelven más rutinarios, aunque las calles de Evinayong siempre nos sorprenden. La mañana transcurre con normalidad, pero ya se empieza a notar ambiente de exámenes de recuperación. Los nervios empiezan a asomar por los alumnos. Por la calle, en el patio, en los cambios de clase… muchos nos preguntan, preocupados, por las recuperaciones.
Después de comer, a alguno de nosotros nos tocaba volver a pelearnos con nuestro amigo, Pipo, y eso que se dice de: «a la tercera va la vencida» se cumple, o por lo menos hoy, se ha cumplido. No solo hemos conseguido poder completar las instalaciones en muchos de los ordenadores, si no que algunos de los niños ya han empezado a usarlos. De un momento a otro, se ha formado una fila en la puerta de la sala pidiendo estar un rato jugando y aprendiendo. Nosotros estábamos encantados, porque además de entretenerles aprendiendo nos ha servido para probar que todos funcionarán correctamente.
Mientras, otros voluntarios han ido a visitar a algunas personas mayores que viven en la soledad e incapacidad, cuya situación no deja de sorprendernos. Algunos, sin mas comodidades que una cama, a veces sin colchón; otros, sin mantas, pasando frío; todos sin medicamentos para calmar sus dolores; y la mayoría de ellos sin alguien que los cuide debidamente. Sin embargo, todos ellos agradecidos por nuestra compañía y lo que podemos llevarles, que aunque sea poco, les ayuda a seguir adelante. Hoy, Santa María Magdalena, nos recuerda que no debemos dejarles solos, tal y como ella hizo con Jesús, compañía, palabras, escucha, todo esto vale más que un poco de comida.