El día comenzó con la misa de 7:00… Pero está vez en Fang… Las misas en Fang se caracterizan por su músicalidad, su ritmo africano… Pero también su duración… Hemos salido a las 9:30 un poco exhaustos después de más de dos horas de no entender casi una palabra. A pesar de ello, la oración nos hermana, independientemente del idioma que se utilice, y nos hemos divertido siendo un poco intrusos en esa misa.
Después de misa, hemos vuelto a la pelea con los ordenadores, intentando instalar programas educativos… Pero se nos está complicando un poco.¡A ver si mañana lo conseguimos!!
Ya por la tarde, un poco de relajación. Nos hemos ido a una ermita en lo alto de un pequeño monte desde donde hemos podido ver Evinayong desde las alturas.
Es bonito ver desde arriba una ciudad que nos ha acogido con tanto cariño, y al mismo tiempo tener un momento de tranquilidad como decía el Evangelio de hoy: «Venid vosotros a solas a un lugar desierto a descansar un poco». Y desde lo alto del monte hemos estado con los niños jugando, pero también ha habido momentos de reflexión, de pensar en lo que nos queda por aquí, y es inevitable sentir un poco de tristeza al pensar que tendremos que despedirnos de tanta gente a la que hemos cogido mucho cariño, porque es algo inevitable. Para ellos es una alegría que estemos aquí y te regalan su tiempo, su sonrisa…y en cierta forma nos han robado el corazón, pero eso es la misión, venimos aquí a entregarnos, a dar lo mejor de nosotros mismos… Y al mismo tiempo es mucho lo que estamos recibiendo. A ver qué nos depara esta semana que entra, Dios proveerá.