Amanece un día nuevo en esta tierra tan especial, Evinayong. Su alegría, sus colores y sus gentes ya han tocado nuestro corazón y todos sentimos que estamos en nuestra casa. Muchos valientes se atreven a dormir sin despertador para levantarse al ritmo de las campanas de la parroquia que suenan sobre las 6:20.
La jornada en la escuela ha transcurrido con normalidad: clases, talleres, abrazos… y al finalizar hemos aprovechado el rato antes de comer para preparar las bolsas que más tarde llevaríamos a las familias más necesitadas del barrio.
Tras echar cuentas a unos deliciosos espaguetis, preparamos nuestras mochilas con los alimentos para repartir. Y así, con previo sorteo, tuvimos que dividirnos en dos grupos: por un lado, la hermana Martina y la hermana Patricia acompañaron a Dani, Almu, Lucia y Magdalena; y la hermana Luna fue con Ana Rosa, Julia, Andrea y Enci.
La experiencia ha sido impactante: hemos visitado en sus casas distintas familias a las que las hermanas acostumbran a atender durante el año. Muy agradecidas, todas nos han acogido y con ellas hemos compartido un rato de conversación y una pequeña oración.
De vuelta a casa, como cada tarde, hemos vivido una conmovedora oración. Hemos compartido lo que para cada uno ha supuesto la experiencia de la tarde, dándonos cuenta que lo que hemos hecho por cada una de estas personas, se lo hacíamos a Jesús.
Nos gustaría también aprovechar el blog de hoy para presentaros a las hermanas que nos acompañan en esta maravillosa misión:
En primer lugar, nacida en Pozoblanco, superiora de esta comunidad y directora de la escuela, está con nosotros la hermana Luna, la cual, con su entusiasmo, su alegría y su música cautivó a este pueblo hace ya más de 12 años. Junto a ella, dos religiosas que se han convertido en nuestras mamás por todo lo que nos cuidan: la hermana Martina es una religiosa que ha llegado desde el Congo Kinshasa hace apenas 1 año a Evinayong, y la hermana Patricia es del Congo Brazzaville y ya estuvo una vez dos semanas en este proyecto. Durante el curso escolar, están de apoyo en la escuela aprendiendo español. Ellas nos armonizan los cantos de bendición con música africana y nos preparan unas riquísimas comidas… ¡y eso que Madre Paula había dejado el listón muy, muy alto!
¡Muchas gracias por todo lo que hacéis por nosotros, hermanas!