Tras despedirnos definitivamente de Evinayong y dejando atrás las maravillosas montañas, hemos pasado día y medio en Bata, la capital continental, también acogidos por el cole Carmen Salles de la ciudad.
Vemos más diversidad en Bata, más opciones de vida, más grande… con un precioso paseo marítimo. Viendo el mar solo nos salen motivos para dar gracias por todo. Por estar aquí apreciando el atardecer y escuchando las olas, por el mes de julio vivido, por el trato recibido por todo el mundo que hemos conocido, por la obra de Santa Carmen Sallés y no digamos, por todo lo que las madres Concepcionistas han hecho y nos han cuidado. ¡Qué privilegio haber sido parte de esta obra! aunque fuera por un período corto, ¡qué privilegio haber formado parte de la Ong Siempre Adelante como voluntarios en Guinea Ecuatorial!, ¡qué misión tan bonita y tan difícil a veces!.
Después de disfrutar un poco del mar y de la playa, toca despedirse: M. Maria Jesús nos acompaña hasta casi el avión, con la preocupación de una madre porque sus hijos lleguen bien a casa y no tengan problemas con nada, ¡qué cuidado tan exquisito, qué cuidados nos sentimos!
Los colegios de Carmen Sallés en Guinea Ecuatorial son mucho más que unos centros donde se transmiten conocimientos, son obras que dan oportunidades de progreso y transformación a quien pasa por ahí, algo muy grande está pasando en este pequeño país!
Ahora, regresamos a nuestros hogares, cada cual el suyo, se nos había olvidado el grupo tan heterogéneo que formamos, hemos convivido como una familia durante un mes y a cada uno le espera una realidad muy distinta en su lugar de origen. Toca seguir con nuestras vidas, meditar y recordar lo vivido y ponerse de nuevo en camino, ¿dónde? Adelante, siempre adelante, ¡Dios proveerá!
