Empezamos la tercera semana de curso, y el cariño y aprecio que sentimos por nuestros alumnos y la ciudad de Evinayong va en aumento , y es algo reciproco.
Hemos comenzado el día con un gran gesto por parte Martina, una de las ancianas a las que visitamos cada semana. Nos ha traído una papaya y ropa como muestra de agradecimiento, dándonos de lo que necesita… que ejemplo de amor, de desprendimiento y de gratitud. En el caso de los alumnos, también recibimos mucho cariño. Algo que nos sorprende es el anhelo de afecto que muchas veces muestran, tanto mayores como pequeños, y vemos cómo algún comportamiento inadecuado se debe a ese intento de llamar la atención, de sentirse escuchado, a causa de esa ausencia de afección. Nos da cierta tristeza, el que gente tan brillante como nuestro alumnado, en muchos casos no estén acostumbrados a que alguien se preocupe por ellos, que se interese por su situación para tratar de ayudarlos de la mejor forma posible, en definitiva, dando un «vaso de agua fresca a uno de estos pequeños».
Por la tarde hemos ido a la visita de ancianos, nos hemos dividido en dos grupos, un grupo ha ido con Venancia, una señora a la que las hermanas ayudaron años atrás, y ahora como forma de agradecimiento, nos ha ayudado a llevar alimentos, medicamentos, pero sobre todo compañía a los que más la necesitan. El otro grupo ha ido a ver a los ancianos que visitamos la semana pasada, y hemos vivido momentos muy emotivos… El ver la alegría con la que nos reciben, el poder ver esperanza en sus ojos, a pesar de las situaciones tan dramáticas en las que viven, y el agradecimiento que sienten hacia las hermanas de Carmen, nos hace sentirnos muy orgullosos de ser concepcionistas, de ser parte de este proyecto que hace tanto bien a esta sociedad, y que el evangelio de hoy nos recuerda: » El que pierda su vida por mi, la encontrará» ellas son un ejemplo de entrega, de altruismo, de valentía y de fe.