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El comienzo del fin

06 de agosto de 2024

Comenzamos nuestra última semana de campamento a oscuras (como empieza a ser costumbre), ¡se volvió a ir la luz!
Como siempre, laudes, desayuno y misa y camino al colegio (esto es una rutina que no perdonamos) y al igual que cada mañana, allí estaban los niños esperando en la puerta del colegio. ¡Son unos madrugadores excepcionales!
Hoy empezamos la mañana en la escuela con la baja de Mateo (la gripe comienza a ser un problema para nosotros) que fue sustituido por Karina, la profe de sexto grado.
A primera hora seguimos con la rutina: divisiones, multiplicaciones, problemas, inglés, palabras polisémicas, tipos de palabras…
Pero a segunda hora, la parte lúdica, se destinó a juegos españoles, en concreto, jugamos a balón prisionero y atrapa la bandera; diversión asegurada.

Regreso a casa la siesta, de rigor y camino a nuestra nueva comunidad: Morichal Verde.
Aquí nos recibieron no solo los niños sino también un buen grupo de abuelos y padres.
Los niños eran muy penosos (vergonzosos, para el que no le haya quedado claro) y apenas hablaban con nosotros y, al principio, nos costó romper el hielo, pero una vez lo rompimos, empezamos a rezar, jugar y divertirnos.
Decidimos dividir el equipo misionero: Mateo y Alberto con los mayores (de 18 para arriba) jugaron fútbol, Ana Rosa, Yajaira y Sara con los pequeños jugaron a bolos y al balón y M. Socorro con los abuelos, padres y madres leía la Biblia y enseñaba la fe a la comunidad.
M. Socorro además aprovecho para saludar a sus exalumnos, ya con mujer e hijos.

Una vez acabada nuestra visita a Morichal Verde, nos fuimos para casa discutiendo que veíamos en una montaña: unos veían un indígena, otros, la virgen de Guadalupe, otros, un caballo… (Pronto subiremos la foto de la montaña para que nos digáis qué veis).
Al llegar a casa, César nos trajo un bidón de gasolina (así que ya tenemos gasolina para ir a Ciudad Bolívar, donde cogeremos el avión) y Kaly (mamá de Pedro Pablo, el niño del cumpleaños de ayer) que nos trajo un rico pescado asado así que ¡ya teníamos cena! Cómo podéis ver, el pescado no es la comida favorita de M. Ana Rosa pero ¡estaba buenísimo!

Después de cenar, un ratito de tertulia y para la cama con la incógnita de no saber si nos despertaremos con luz o sin luz.
¡Mañana más!

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