Un día más lleno de actividades, todas ellas gratificantes y enriquecedoras.
Una mañana de clase en clase, donde se respira el buen ambiente de aprendizaje y donde valoran y aprecian nuestra labor como profes; alumnos curiosos que demuestran interés por aprender cada día un poquito más, alumnos nerviosos en la fila de formación porque hoy era día de examen de repaso para algún curso del instituto. Por otro lado, tenemos que lamentar que casi todos los días echamos de menos a algún estudiante que no puede venir a clase, bien sea por enfermedad o por trabajo, la mayoría, como dicen aquí, tienen que “chapear”.
Por la tarde, muchos de nuestros alumnos que también forman parte del coro de la parroquia, han venido cargados de panderetas a nuestra casa de Madre Carmen Sallés para ensayar con nosotros las canciones de este domingo. Ha sido un ratito de lo más animado, todos emocionados por el ritmo del tambor y las voces de tantos niños a la vez.
Hemos tenido tiempo también para visitar a las personas que más sufren, aquellas que están abandonadas en sus «casas», si se puede llamar así. A cada persona que visitamos y entregamos un poco de comida, nos devuelve una lección para nuestra vida. Muchos de ellos están doloridos físicamente, pero el dolor más grande que sienten es la soledad y el abandono. Escucharles hablar, a oscuras entre cuatro tablones, con su fuego en medio para cocinar, las gallinas saliendo de los bultos… Se remueven muchos sentimientos dentro de nuestro corazón. Rufina, la abuela Rufina, recientemente ha perdido a su hermano, en su propia casa, que lección nos ha dado de alegría!! Pepe ya cuida de ti desde arriba.
Nos damos cuenta de que el tiempo pasa y no podemos ayudar a todos los que nos gustaría, pero también de que somos un granito de arena importante, en un lugar donde las ganas de trabajar juntos, la empatía y la ilusión por un mundo mas justo están en cada rincón. Lo que nos recuerda a una palabra que hemos aprendido aquí, “ubuntu”, “soy porque nosotros somos”.
